viernes, 26 de febrero de 2010

La gran pregunta

Acabo de escribir este texto, con las ideas todavía un poco revueltas. Es probable que no tenga mucha estructura y que sea un vómito de ideas (y con faltas de ortografía), pero tenía ganas de publicarlo sin dejar que las ideas se enfriasen.

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El propósito.

Ayer empecé a leer un artículo sobre la ley de los retornos acelerados, de Ray Kurzweil. Apenas empecé ya me vinieron un montón de pensamientos a la cabeza. En los primeros parrafos el autor ya nos aventura como cree que seremos los humanos en un futuro: una mezcla biológica-técnica. El autor nos presenta un es escenario en que la nanotecnología se fusiona con la biología. Describe como los humanos nos "doparemos" con nanobots que entrarán a nuestro organismo, en la sangre, en el cerebro, ya que sin ellos no podremos seguir el ritmo. Singularidad tecnológica.

Esto es lo que desencandenó una serie de pensamientos. La evolución no para, y cada vez es más rápida. Lo que andaba preguntándome es si realmente queremos eso en nuestra vida, si de veras queremos estar dopados. Hoy en día ya lo estamos, tenemos un móvil que se conecta a internet y nos informa de todo, tenemos internet, coches inteligentes y un sinfín de cosas, y cada día va a mas.

Me preguntaba por qué queremo eso. Me contestaba que lo queremos, que evolucionamos, porque la vida es más comoda y más fácil. O eso creo. Pero esa respuesta me dejaba igual, no me tranquilizaba. No me tranquilizaba esa respuesta de querer que la vida sea mas comodoa, al menos no me parecía la respuesta final. Profundizando más llegué a mis respuestas, a la gran pregunta que todo el mundo debería hacerse en la vida y es ... ¿Qué quiero de la vida?

No tardé mucho en responderme, ya lo he pensado varias veces. En mi caso salieron estas ideas: ver mundo y conocer culturas, tener amigos y familiares con los que pasar momentos de mi vida, vivir sin penurias, o sea, tener bastante dinero como para no tener que contarlo céntimo a céntimo; también ayudar a los demás dejándoles una huella y por último, y esto es instinto animal, por el sexo.

Después de el qué, venía el como. Cómo conseguir esa vida. Me parecía perfecto conseguir ese modo de vida ayudando a los demás. En este caso la tecnología entraba como un medio, la tecnología me abre camino para conocer el mundo y trabajar en lo que quiero, lo veo como un medio, pero nunca un fin. El fin no es tener un iphone, un iphone debería ser un medio, debería ser lo que necesito para moverme hacia mi propósito. Pero nunca tenerlo por tenerlo. El fin no es tener un trabajo, al menos no en el sentido del paradigma actual (en el que te levantas para hacer algo que no te gusta), sino usarlo como un medio que al mismo tiempo te realiza. Creo que es en este punto donde nos falla el concepto. No logramos identficar o separar el medio del fin. Y todo por no realizarse las pregutnas, por no pararnos a pensar.

Pensaba que si mucha gente se hiciera la gran pregunta y fuera sincera consigo mismo, dejaría de hacer lo que hace y que muchas cosas dejarían de funcionar. Quizás mucha se replantearía el valor del dinero por el dinero. Si mucha gente se preguntara eso quizás no habrían gente que recogiera la basura, ni que pusiera ladrillos para hacer edificios, lo en cierta medida haría que la vida de mucha gente no fuera tan cómoda. A fin de cuentas, poca gente trabaja por gusto. Y es ahí donde debería entrar la tecnología, ahí, y no en el cuerpo humano, como propone que pasara el artículo que estoy leyendo (para el 2020).

Deberíamos primero pensar que queremos de la tecnología. Yo la amo, pero no quiero convertirme en esclavo de ella (como mucha gente lo es), solo quiero que me ayude a conseguir mi fin, y no trabajar para la tecnología en si, sin buscarle propósito. Lo malo es que vivimos en un mundo muy competitivo, un paradigma que a mi juicio está caduco. ¿Por que luchamos, las empresas y las personas, tan ferozmente? ¿Para ganar más dinero? El ganar dinero por dinero no tiene mucho sentido, sobretodo si no apoya en última instancia a aquello en que queremos que se convierta nuestra vida. Por otro lado, está la gente que ama la competición, que no lo hace por dinero, si no por la satisfacción de ganar, que no es malo, sino su propósito.

Escribo estas lineas porque tengo reparo a que la tecnología domine nuestras vidas, y en vez de hacerla más faciles, nos las compliquen más, llegando al momento que se llama singularidad tecnológica; el momento en el cual la evolución es tan rápida que es inentendible por nosotros mismos, momento en el que habremos perdido el control, y seremos más esclavos.

Me gustaría hacer una llamada a la humanización de la tecnología, y no a la tecnologización (si esta palabra existe) de la humanidad. Me gustaría hacer un manifiesto por esta causa. Un manifiesto para que las personas hicieran aquello que necesitan para conseguir una vida mejor, para conseguir aquello que quieren para que su vida tenga un sentido, para que realmente encuentren que es aquello que les hace levantar, y no, no es conseguir dinero por dinero, o dinero para un coche o una casa.

Muchos movimientos van a haber en los próximos años. El concepto del trabajo está caduco, y no hay solo una crisis económica, sino también de valores. Algunos ya lo predican e intentan predecir el futuro, determinar que es lo que vale ahora, los admiro. Pero ante todo, debemos volver a poner en el centro a las personas, a su propósito, a su felicidad, y no la tecnología, ni a los trabajos, en el fondo anestésicos que nos impiden hacernos la gran pregunta.

Y una pista, el propósito para muchos va a ser: ser feliz.

En última instancia, todo esto debería ser para ayudar a la humanidad. Debería haber un renacimiento II.


Enlaces:
- Artículo de la ley de los retornos acelerados.


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Entiendo que es difícil entenderme, a fin de cuentas pueden sonar como palabras de un loco. Así que para acercarte un poco al contexto te aconsejo que te leas el texto del enlace, el de la ley de los retornos acelerados, y puedas tener una opinión al respecto.

Y habiéndolo leido otra vez, no creo que haya conseguido reflejar lo que quería decir, y lo que siento. A veces se hace muy difícil comunicar.

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